Una dupla especial en el tenis de mesa

Cristina Machado suma siete años de jugar tenis de mesa, asegura que ha representado a El Salvador en ocho países diferentes, pero, además del talento y esfuerzo propio, su carrera se ha consolidado gracias al respaldo de su madre, Felicita Cárcamo, quien ha sido su compañera inseparable y una dupla excepcional.

Mientras Cristina entrena en las instalaciones de  la Federación Salvadoreña de Tenis de Mesa (Fesalteme), su mamá vende fruta para generar ingresos extras y suplir algunos gastos menores de su hija.

«Hoy les ayudan bastante con los materiales, pero anteriormente me tocaba a mí y hay que ver de dónde sale el dinero. Uno los trae y a veces ella quiere su licuado o algo más», explica Felicita, quien minutos antes había preparado un par de mangos con su respectiva salsa negra, sal y demás ingredientes.

Israel Machado, padre de Cristina y empleado de una maquila, es la principal fuente de ingresos del hogar, pero su esposa explica que cualquier ingreso extra no está de más.

«A mí me toca andar con ella, yo vendo fruta y a mí todo mundo me conoce, la señora de la fruta, me dicen. Yo vendo fruta y aprovecho de estar apoyándola a ella en los partidos cuando hay competencia y los entrenamientos. Ella es de las que menos falta a los entrenamientos», asegura la madre.

Y es que, doña Felicita asegura que su hija estaba predestinada a practicar tenis de mesa desde antes que naciera, pues conoció al entrenador Mauricio Cobar cuando estaba embarazada y este le dijo que convencería a su retoño de jugar el deporte de la  pelota saltarina.

«Él me decía: lo que usted tenga, yo lo voy a convencer para que juegue tenis de mesa, y ahora ella es campeona de Centroamérica. Ya tenemos siete años de estar en el tenis de mesa, cuando empezó ella era muy pequeña, estaba flaquita y todo eso. Tenía 11 años, ella sentía felicidad como cualquier otra niña de su edad. Empezó ganando bronce, pero ella decía ‘yo no me puedo conformar con bronce, tengo que ser oro'», recordó doña Felicita al destacar la perseverancia que siempre muestra su hija.

Los años que llevan de viajar desde el Centro Urbano Lourdes, ubicado en el Bulevar Venezuela, hacia la Fesalteme han fortalecido la relación entre madre e hija. 

«Yo la amo, la admiro muchísimo y sé que ella es capaz de llegar mucho más alto de lo que ha llegado. Es muy inteligente y luchadora, nosotros le decimos la guerrera», comenta doña Felicita.

Por su parte, Cristina reconoce que el amor es recíproco.  «Yo le digo gracias por aguantarme, porque viene todos los días conmigo a entrenar, ahí se está, pacientemente, esperándome a que termine, me acompaña en las noches cuando hago tareas y cuando me siento triste, ella me consuela», expresó Cristina.

Una atleta integral 

La rutina de Cristina Machado comienza a las 6:30 de la mañana cuando se levanta para prepararse y recibir sus clases de bachillerato que duran de las 7:00 a.m. hasta las 12:00 del mediodía.

Luego de almorzar, la atletas se traslada a las instalaciones de la Fesalteme para realizar las tareas que le asignan los maestros en el Colegio Especializados en Atletas de Alta Competencia de FESA de 2:00 a 3:00 de la tarde y, a las 4:00 p.m., deja los libros y cuadernos para tomar la raqueta y su uniforme, y comenzar el entrenamiento que se prolonga hasta las 7:00 de la noche.

Machado no se va a la cama sin terminar las últimas tareas que le asignan, ya que está consciente de que este esfuerzo valdrá la pena para el siguiente paso: sus estudios universitarios de Ingeniería Industrial. 

«Se hacen muchos sacrificios, por ejemplo, yo me he tenido que perder muchos eventos familiares como fiestas o cumpleaños, porque he estado en competencias internacionales o tengo que entrenar. Como atleta tengo que sacrificar amistades y eventos sociales. Hay que ser disciplinado y organizarse demasiado con el tiempo, porque tengo que concentrarme no solo en el deporte sino que en el estudio», explicó la deportista.

Cristina Machado ha sido seleccionada nacional en las diferentes categorías y, de su palmarés, ella destaca la medalla de oro en la modalidad individual, la plata en dobles y por equipos en categoría U18 del Campeonato Centroamericano 2019. 

También ella define como importante el título de campeona en dobles femenino del Circuito Internacional de Tenis de mesa el cual logró junto a Victoria Guevara. También considera especial  haber sido nombrada como Atleta Estrella en la Gala de la Espiga Dorada 2019.

Pero no todo ha sido color de rosa, Cristina también ha sufrido derrotas en las que también ha estado presente su madre.

«Nos pasó cuando fuimos a Cancún, tuve la oportunidad de ir con ella, en la fase de grupo, ella perdió un partido y a veces uno como mamá no haya ni que decir, pero a veces mejor me quedo callada, dejo que ella llore y descargue todo lo que pueda. No podemos perder la calma las dos», enfatiza Felicita Cárcamo.

Después de siete años de práctica, Cristina no duda en reconocer el tenis de mesa como una parte muy importante en su vida.

 «Aquí tengo mis amigos, aquí es como mi segunda familia, me he relacionado con muchas personas de otros países y conocer nuevos lugares es lo más genial del deporte. Estos siete años han sido duros, pero para llegar al éxito uno se tiene que tropezar antes, pero siempre tengo que tener en claro que me tengo que levantar en cada tropiezo. El deporte abre muchas puertas tanto en el estudio como en lo social, aunque sea difícil la recompensa será mucho más grande», dijo Cristina luego de una nueva jornada en la que su madre la esperó pacientemente y vendió la fruta que prepara con esmero.