Marvin y su pasión por las pesas

A la edad de 15 años, Marvin López Aquino ya sabía que el levantamiento de pesas iba a ser el deporte de sus amores. Este cariño por la halterofilia y perseverancia lo llevó lejos, a tal grado de representar al país en diversas competiciones  internacionales.

Roberto López, el hermano mayor de Marvin, fue quien le mostró el camino hacia su pasión por las pesas. En 1995 lo llevó al Palacio de los Deportes Carlos “El Famoso” Hernández, lugar en el que pasaría una gran parte de su vida entrenando.

“Yo hacía taekwondo y me invitaron a la federación de pesas y les decía que no, pero entonces traje a mi hermano, le pregunté si quería entrenar pesas acá y le gustó bastante”, mencionó Roberto. También agregó que en su hermano menor se destaca la perseverancia.

Cuando Marvin ya tenía 7 años de entrenar tuvo la oportunidad de participar en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2002, en donde obtuvo una importante presea de bronce en la modalidad envión.

Tras su buen resultado en la justa regional, Roberto compite en los Primeros Juegos Deportivos Nacionales 2003, en los cuales ambos hermanos se midieron pero en diferentes categorías. En esta competición, Marvin, en los 62 kilogramos no obtuvo los resultados esperados ya que se ubicó en la segunda posición, mientras que su hermano se consagró campeón absoluto, de los 56 kilogramos.

Ante esto, Roberto mencionó que su hermano para ese entonces tenía una lesión y venía de descansar. “El venía a volver a entrenar, había perdido el ritmo y yo me había mantenido”.

Sobre esta competencia, Marvin recordó “creo que en este torneo no me fue muy bien porque en el primer estilo que es arrancada me blanquee, y de ahí siguió el envión; sin embargo, ya no me servía de nada hacerlo”.

Es aquí donde prevaleció la perseverancia en Marvin, las lesiones sanaron y los entrenos continuaron. El fruto de su constancia lo llevó a ser un atleta distinguido en El Salvador y en las competiciones del extranjero. 

En el año 2009, participó en el Campeonato Panamericano de Levantamiento de Pesas, en Chicago, Estados Unidos, aquí obtuvo una medalla de plata. Fue un evento del que rememora como “una de las competencias más acaloradas”.

“En Chicago estaba un colombiano bastante fuerte y toda la competencia fue peleada porque yo pedía un peso y él pedía un kilo más que yo iba a levantar, la misma lucha se dio en el siguiente estilo”.

Marvin mencionó que en algunas competencias se decía así mismo, “Diosito no me tengo que blanquear”; de igual forma, aseguró que todos los atletas al momento de competir los invade diferentes emociones.

“La adrenalina qué sueltas es a mil por hora, porque queres dar el todo por el todo, llegas a hacer pesos que quizás nunca has probado ni en el entrenamiento. Entonces sacas una adrenalina que en el momento que estás ahí no escuchas nada, no ves nada, estás enfocado en que querés hacer el peso y decís ¡vamos con todo!”, explicó el medallista.

Estas emociones las volvió a vivir durante los Juegos Panamericanos Río de Janeiro 2007, en donde logró una medalla de plata al levantar 246 kilogramos, uno de sus más importantes logros de su carrera y que lo atribuye a la disciplina de haber entrenado de lunes a sábado, y a veces hasta domingo para llegar al nivel que requería dicha gesta deportiva.

Con respecto al peso que ha logrado levantar, Marvin aseguró que en arranque su mayor marca ha sido de 102 kilos, mientras que en envión es de 143 kilos.

En 2012, dejó de formar parte de la federación, luego de participar en el Campeonato Panamericano de Levantamiento de Pesas, en Guatemala. No obtuvo los resultados esperados; sin embargo, la salida de la federación no significó cerrarle la puerta al levantamiento de pesas. 

A sus 42 años, continúa con la misma pasión por la disciplina que lo cautivó desde un principio. “Yo defino el levantamiento de pesas como amor a primera vista, es algo que es difícil de dejar y actualmente todavía sigo entrenando y compitiendo y sentir esa emoción de esos pesos, de esos kilos que puedo hacer, es wow”, dijo Marvin.

Pero esta conexión de levantar una barra con sus discos, no se la guardó para él mismo. Tiene una hija de 14 años, Gabriela López, a quien le ha transmitido sus conocimientos y pasión por la disciplina. “A mí me encantaría verla en competiciones, es más yo la animo a competir, le digo que yo la voy a entrenar acá y que aquí tiene todo”.

Ahora Marvin es entrenador personal en su propio gimnasio que lleva su nombre.

Por su parte, su hermano Roberto también optó no abandonar el camino de la halterofilia, ahora ayuda a otras personas  a cultivar este deporte y el hábito del ejercicio físico

Marvin considera que invertir en el ejercicio físico mejora la actitud, los ánimos, el autoestima; por lo que es la mejor inversión que se puede hacer. También agregó que “todo es paso a paso, acelerarlo es imposible y lo que te puedo decir es que van a ver subidas y bajadas, esto te va a enseñar a ser disciplinado, a tener pasión en lo que te gusta”.

De tal forma que, la perseverancia y la disciplina han sido  factores constantes en la vida de Marvin, a la que se suma la disposición que lo convierte en un profesional ahora como entrenador. “Mi actitud siempre es dar lo mejor tanto para mí, como para los clientes con los que trabajo. Siempre me enfoco en hacerlo mejor porque es una promesa que me hice a mí mismo”, destacó.

Algunos palmarés

  • Plata en los Juegos Panamericanos de Río 2017.
  • Bronce en los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2002.
  • Campeón a nivel centroamericano en su división por varias ocasiones
  • Plata en los Juegos Centroamericanos de Guatemala 2001.
  • Tres oros en los Centroamericanos de Panamá 2010.