Los Vargas y su conexión sobre la arena

Cuando Gabriel Vargas nació, en abril de 2004, su papá, David Vargas, ya había iniciado su carrera deportiva en el voleibol de playa. Incluso, junto a Carlos Leiva, Pepe, como es mejor conocido el jugador, disputó ese año el Campeonato Centroamericano de Voleibol de Playa, del cual recuerda se ubicaron en el cuarto lugar.

Pero lo que Gabriel y David nunca se imaginaron es que, 18 años más tarde, ambos harían historia al disputar juntos el Clasificatorio NORCECA al Mundial de Voleibol de Playa, que se realizó recientemente en República Dominicana y en donde fueron una de las sensaciones del certamen.

Eso sí, para llegar a jugar junto a su retoño, Pepe tuvo varias parejas. Por ejemplo, en 2006, tras un breve período junto a Leiva, hizo dupla con su hermano mayor, Rafael “Tribi” Vargas; posteriormente, de 2007 a 2012, jugó con Jeovanny “Camello” Medrano.

Pero eso no es todo, ya que de 2012 a 2019, Vargas encontró en Carlos “Tato” Talavera una pareja ideal y con él consiguió asistir al Campeonato Mundial Mayor de Voleibol de Playa 2015, que se realizó en Holanda.

No obstante, a pesar de la buena conexión que durante siete años lograron sobre la arena, Talavera anunció, a finales de 2019, su retiro de las competencias y Vargas quedó a la deriva y sin compañero de competencia.

Fue así que, entre 2020 y 2021, Pepe tuvo parejas fugaces (Rolando García, Fabio López y Franklin Flores), hasta que a inicios de año vio que su hijo tuvo un despunte deportivo y decidió que era momento de jugar junto a él.

“Estuve buscando compañero de juego después del retiro de Tato, incluso jugué con algunos atletas, pero al final del año pasado y al ver su crecimiento deportivo, técnica y físicamente, dije: voy a jugar con Gabriel”, recuerda Vargas.

Fue así que los Vargas emprendieron el viaje al Clasificatorio NORCECA para marcar un hito en el voleibol de playa regional, pues nunca antes un padre e hijo habían competido juntos.

“Fue algo sin precedentes, creo que nadie había jugado con su hijo un torneo profesional. Fuimos una de las mayores atracciones del evento, la gente nos catalogó como la pareja que le había robado el corazón a los dominicanos, porque nos veían jugar y no veían a un padre e hijo, sino que a dos atletas en condiciones de poder competir. Sin duda fue una muy bonita experiencia, por la acogida del público y porque invertí en el crecimiento deportivo de mi hijo”, relata Pepe.

En el certamen, David y Gabriel registraron tres derrotas: 0-2 (12/21,15/21) ante los guatemaltecos Leonardo Blanco y Luis García; 0-2 (10/21,17/21) contra los norteamericanos Taylor Crabb y Taylor Sander; y 0-2 (13/21, 16/21) con los puertorriqueños Kevin Rodríguez y Juan Ribas.

Pero, más allá de los resultados, Pepe destacó el carácter y temple que mostró su retoño sobre la arena dominicana, ya que estuvo a la altura de los rivales que enfrentaron y nunca se amedrentó ante ningún rival.

“Para mí, el resultado era importante, pero tener esa vivencia con él sobre la arena fue algo emocionante, verlo jugar contra jugadores de primer nivel. Yo no veo como pérdida esos partidos, para mí todo fue ganancia, porque tener a Gabo junto a mí y ver su emoción cuando le íbamos ganando a Estados Unidos, era algo bonito y le decía que disfrutara el partido. Creo que toda esta experiencia le irá generando confianza a él”, agrega Vargas.

Al consultarle a David si en algún momento se le cruzó por la mente disputar un torneo profesional junto a su último hijo varón, reconoció que no, ya que cuando Gabriel estaba pequeño no tenía certeza hasta qué edad llegaría jugando voleibol.

“Jamás me imaginé jugar con Gabo, ha sido mi niño pequeño siempre y de repente verlo más alto y fuerte, porque incluso le pega más fuerte a la pelota que yo, pero al ver su crecimiento deportivo dije: démosle, no me lo imaginaba, pero acá está y haber ido a jugar con él es haber cumplido un sueño”, reconoce Pepe.

Por su parte, Gabriel, quien ayer cumplió 18 años, dijo que la posibilidad de jugar con su papá siempre fue visto como una broma, ya que su proyección era jugar con otros atletas de su edad y no con su progenitor.

“Hablábamos en broma de que en algún momento íbamos a jugar juntos, pero era algo que no estábamos seguros de que iba a pasar, sino que era como algo que deseábamos, pero no lo veíamos con certeza. Sí me proyectaba con otros atletas de mi edad, pero no con mi papá. En algún momento sí pensaba que lo iba a enfrentar, era como que él era el rey y yo lo iba a superar, incluso jugando con mi hermano queríamos enfrentarlo y superarlo”, comenta el voleibolista.

Sobre el Clasificatorio NORCECA, Gabo, como cariñosamente le dice su padre, opina que fue una nueva experiencia, pues antes había disputado torneos internacionales como el clasificatorio a los I Juegos Panamericanos Junior, pero no una competencia mayor.

“Es impresionante el nivel que hay en estas competencias, ya que estás jugando contra algunos de los mejores del mundo en voleibol playa y jugar con mi papá, aunque de repente tuvimos ciertos problemas como toda pareja sobre la arena, es algo que me gustó bastante, fue bonito compartir este evento con él y más saber que hicimos una buena competencia, aunque hay cosas por mejorar”, reconoce Vargas.

¿Gabo, el heredero?

Descendiente de una familia de voleibolistas, Gabriel y su padre son conscientes de que el apellido Vargas debe seguir vigente en el voleibol de playa salvadoreño, por lo que Pepe espera que el día que decida retirarse, su hijo se convierta en su heredero y referente.

“Me gustaría que sea Gabriel el que quede como referente del voleibol de playa nacional, porque a mí esto me ha costado año con año, y espero que él así continúe. Pero también me gustaría que académicamente llegue a ser un profesional y sea un hombre de bien”, expresa David quien, a la vez, reconoce que nunca presionó a su retoño a decantarse por el voleibol de playa.

Gabo, mientras tanto, es consciente de que, de una manera u otra, existe esa presión sobre sus hombros, ya que sus antecesores marcaron época sobre la arena y él no quiere ser la excepción.

“Si me gustaría ser el heredero de mi familia en el voleibol de playa, porque cada quien tuvo su etapa: mi tío, mi papá, mi hermano y ahora me gustaría ser el referente, el mejor del país y la región cuando mi papá se retire”, expresó Gabriel.